domingo, 17 de octubre de 2010

Día de la madre-Reflexiones sobre la Madre de Dios

Resúmen de las palabras del Cardenal Medina Estévez, en el Congreso Mariológico-Mariano Internacional
L’Osservatore Romano Nro. 41 del 13 de Octubre del 2000.
(Para el Día de la Madre, en Jesús Nazareno- 10-10-2002)

Hoy estamos aquí para festejar juntas el Día de la Madre.


Como hace años, que me vienen invitando a esta hermosa y cálida reunión, yo ya me siento como en familia , por eso, quisiera ofrecer esta charla a mi madre, quien aunque ya no está físicamente a mi lado, sí la siento espiritualmente, siempre, cerca de mí.

“Querida mamá, quiero agradecerte públicamente, todo lo que desinteresadamente me diste: tu amor incondicional, tus consejos, cómo me defendiste siempre que lo necesité. Cómo me enseñaste y me ayudaste a rezar, cuando me preparaba para mi Primera Comunión, aclaro que como la hice a los 6 años, todavía no sabía leer y escribir bien, así que ella me repetía el Catecismo hasta que yo lo aprendía de memoria, las preguntas , las respuestas y las oraciones. ¡ Cómo agradecemos nosotras las oraciones que nos enseñaron de pequeños! ¡ Es sin duda la mejor herencia que recibimos!

Quiero agradecerte también, por haber estado siempre a mi lado, sin haber sido “metida”, respetando mi libertad y mis decisiones, pero siempre apoyándome y dándome ánimos cuando flaqueaba.

Quiero agradecerte el amor que sentiste y brindaste a mis hijos , tus queridos nietos.

¡ Por todo lo que me diste mami, muchas gracias! ”

Seguramente en este momento, todos ustedes están pensando, cada uno, en su mamá, y agradeciendo mentalmente, junto a mí, todo lo que ella hizo por ustedes, porque cuando hablamos de “nuestra mamá”, cada una piensa en su madre, en la madre terrenal, pero cuando hablamos de “la Madre de Dios”, allí todas unimos nuestro pensamiento y lo elevamos a María, Madre de Jesús, Madre nuestra y Madre de la Santa Iglesia.

Porque recordarán que el 21 de Noviembre de 1964, cuando se clausuró la tercer sesión del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI, dio a conocer su intención de proclamar a María, Madre de la Santa Iglesia, es decir de todo el Pueblo de Dios, pastores y fieles.

La raíz de la palabra Madre es MATRU, de allí se derivan las palabras de casi todo el mundo, MATER, MUTTER, MOTHER etc. Vemos entonces que el concepto de madre es universal en su ortografía y fonética, como también lo es en su cariño.

Todas las culturas celebran a las madres y todas las religiones las veneran .

Por eso, cómo no recordar hoy, a la Madre de todas nosotras ; a la Virgen María, sabiendo que ella no sólo ha cooperado con Dios, con su ser físico, sino también con su disposición espiritual.

Sabemos que ella fue un dechado de virtudes, y no podía ser de otra manera ya que Dios la eligió y formó, para madre de Su Hijo.

Hoy en el Día de la Madre, pidámosle a nuestra Santa Madre del Cielo, todo lo que necesitemos, con la seguridad de que ella , si es para nuestro bien, lo conseguirá, ya que estamos doblemente cubiertos;

1. Porque ¿ qué hijo no desea complacer a su madre? Por eso que sabemos que Jesús concederá lo que su Madre le pida y

2. Porque como todos somos hijos de ella, desde ese momento en que Cristo dijo “Mujer , ahí tienes a tu hijo”( Jn.19,26). Ella escuchará nuestros ruegos, e intercederá por nosotras porque , ¿Qué madre no desea complacer a sus hijos?

Para terminar, repetiré algunas palabras dichas por el Santo Padre, Juan Pablo II, cuya fe y devoción por la Virgen es por todos conocida. Las dijo durante el Jubileo del año 2000, cuando encomendó a la Virgen Santísima, a la Iglesia y al mundo, para el Tercer Milenio;

“. . . Aquí estamos, entonces Señora, tus hijos buscando amparo bajo tu materna protección, e implorando confiadamente, tu misericordia y protección en el presente y también ante los desafíos ocultos del futuro.

Somos hombres de una época extraordinaria, tan apasionante como rica en contradicciones.

La humanidad posee hoy instrumentos de potencia inaudita; puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a cenizas.

Ha logrado una extraordinaria capacidad de intervenir en las fuentes mismas de la vida; puede usarlas para el bien , dentro del marco de la ley moral, o ceder al orgullo y no aceptar límites, llegando incluso a pisotear el respeto debido a cada ser humano.

Hoy como nunca lo estuvo en el pasado, la humanidad está en una encrucijada.

Y una vez más la salvación está sólo y enteramente en Dios y en la Virgen Santa .
¡ Por eso Señora! Estamos ante ti, para confiar a tus cuidados maternos, a nosotros mismas, al mundo entero y a la Iglesia.
Ruega por nosotros a tu querido Hijo, para que nos dé con abundancia al Espíritu Santo, el Espíritu de verdad que es fuente de vida, como aquél día en Pentecostés (Hch.1,14)

Ruega para que el Espíritu abra los corazones a la justicia y al amor, guíe a las personas y a las naciones hacia una comprensión recíproca y hacia un firme deseo de paz.

Te encomendamos a todos los hombres, comenzando por los más débiles;
A los niños que aún no han visto la luz
Y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento,
a los jóvenes en busca del sentido de la vida en este mundo,
a las personas que no tienen trabajo,
y a las que padecen hambre o enfermedad
Te encomendamos a las familias rotas.
A los ancianos que carecen de asistencia.

Y a cuántos estén solos y sin esperanza.

Oh! Madre ayuda a tus hijos en las pruebas cotidianas, que la vida reserva a cada uno y haz que por el esfuerzo de todos, las tinieblas no prevalezcan sobre la luz.

Te lo pedimos por Nuestro Señor Jesucristo, que reina con el Padre y el Espíritu Santo

Amén.


¡MUCHAS FELICIDADES A TODAS LAS MAMÁS!

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